Estos días en el Foro Social Mundial se habla mucho. Entre las tiendas, en las aulas y en las calles de Dakar hay muchas palabras. Hay palabras que vuelan ligeras y también hay palabras pesadas como piedras.
Los refugiados palestinos después de más de 60 años de ocupación dicen palabras como resistencia, memoria, justicia ... y se rodean de estudiantes senegaleses hablándoles de la Nakba, la colonización y el boicot a los productos israelíes, del sufrimiento y la opresión de su gente pero también
palabras que bailan con la alegría y la fuerza de un pueblo.
En las tiendas de campaña improvisadas a los pies de la facultad de derecho se pronuncian palabras que son señales de humo. Que nos recuerdan que el equilibrio natural es frágil y es un bien que nos pertenece a todos ahora pero también pertenece a las generaciones futuras. Que los recursos naturales del planeta no tienen dueño. El mar, el aire que respiramos, los ríos, los bosques pero también las culturas y las tradiciones ...
aunque nos apropiemos de ellas no son nuestras ... son bienes comunes ... que estaban en la tierra antes de que naciésemos y continuarán estando aquí cuando nos hayamos ido. Se habla de cambiar el concepto de propiedad por el de compartir.
Las compañeras de Haití hablan de soberanía, pero no de reyes ni reinas ni príncipes azules, hablan de la soberanía del pueblo sobre algo tan imprescindible para la vida como los alimentos y la agricultura y la ganadería. Del derecho de las campesinas a elegir qué y cómo y cuándo y cuánto plantar en sus tierras. Y no estar sometidos a las aleatorias reglas del mercado que imponen un modelo que beneficia solo a unos pocos y acaba con el pequeño campesinado.
Palabras que hablan de la crisis del capitalismo, que como se subraya entre las nubes de polvo no es lo mismo que las crisis capitalistas. Aquí no gustan las palabras del revés. Y es que está claro que el modelo capitalista de producción
y consumo desenfrenado está tocando fondo y las palabras cuentan sus días. Y también proponen. Propuestas para una distribución más justa del capital como la tasa a las transacciones financieras y la eliminación de los paraísos fiscales.
Son palabras de barro que se mezclan con el polvo que levanta el viento en las calles de la universidad y juntos aportan y construyen.
Comparto esto ahora mismo Alfre, has resumido son sencillez y un toque de dulzura lo que allí estáis viviendo y que todos seguimos de cerca desde aquí, mientras nos llenamos de esperanza sobre la cercanía del cambio que nos regale otro mundo posible. Gracias por el esfuerzo de este blog. Un abrazo
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